El breve vuelo de un vuelo verde

Written by
Juan Carlos Alonso
Deputy Managing Consultant

Hipérbole, comparación, sinécdoque, antítesis, eufemismo, metáfora, anáfora, onomatopeya, aliteración…hay que ver lo rico que es el lenguaje y la cantidad de figuras retóricas o literarias que tenemos a nuestra disposición para adornarlo.

Personalmente, he de reconocer que siempre me ha llamado la atención una de ellas, la aliteración. Ya sabéis, esa técnica que consiste en la repetición de una serie de sonidos o fonemas (sobre todo consonánticos) en dos palabras consecutivas (o en la misma frase). Y me gusta porque creo que cumple muy bien su función: captar la atención, dar musicalidad y, sobre todo, ayudar a recordar conceptos.

Y es por eso, por esta cualidad de recurso “nemotécnico”, por lo que siempre puede ser una buena herramienta para utilizar en comunicación, para que ayude a fijar ideas, marcas y eslóganes. De hecho, el mundo del cine, la animación, la literatura, la poesía o incluso los trabalenguas (mi mamá me mima) está repleto de ejemplos. ¿Os habéis fijado que muchos de los nombres de nuestros personajes de ficción favoritos son aliterados? Bugs Bunny, Pink Panther, Peter Pan, Karate Kid, etc.

Es más, si hay una disciplina donde la aliteración ha sido muy protagonista es en el mundo del cómic. Lois Lane, Lex Luthor, Clark Kent, Peter Parker, Bruce Banner, Reed Richards, Silver Surfer, Bucky Barnes, Matt Murdock, Pepper Potts…la lista es interminable. Cuenta la leyenda que Stan Lee, el padre de los superhéroes, recurrió a ella no solo como “truco” de comunicación sino como recurso personal para recordar los cientos de nombres de personajes principales y secundarios que creaba.

Así que ya sabéis, a “aliterar”.

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Juan Carlos Alonso
Deputy Managing Consultant