Los chavales ya no ven la tele

Written by
María Astorga
Consultant

 

Nacidos en plena revolución digital, la Generación Z se desliza por el ciberespacio con una destreza innata. Criados al calor de las pantallas y alimentados con la inmediatez de la información, han desarrollado un lenguaje propio, una forma de comunicarse que va más allá de las palabras para adentrarse en el reino de lo visual y lo instantáneo.

WhatsApp, Instagram y Snapchat son sus principales herramientas de comunicación, espacios donde las palabras se entremezclan con imágenes y videos para crear mensajes que son tanto declaraciones de identidad como formas de comunicación. En este lienzo digital, cada selfie, cada meme y cada emoji es una pincelada que revela algo más que un simple mensaje: es un reflejo de su yo digital.

En cuanto a cómo consumen información, esta generación prioriza el dinamismo de YouTube, la espontaneidad de TikTok y la interactividad de Twitch frente a largos textos o discursos interminables. Quizá por eso han relegado a la televisión a un segundo plano. Bien lo sabe RTVEplay, que trato de enganchar al público más joven durante la gala de los Goya del pasado fin de semana, a través de la comunicadora Inés Hernand. Una apuesta que si bien cumplió su cometido ha levantado más de una ampolla en algunos círculos que consideran que la influencer traspasó la delgada línea que separa la simpática provocación de la extralimitación.

En cuanto al contenido, lo tienen claro, prefieren el contenido breve, pero al grano. Pero no se dejen engañar, a pesar de la inmensa cantidad de información disponible en internet, y en contra de lo que muchos piensan, la generación Z es crítica con la información que consume. Las plataformas de redes sociales, si bien son una fuente primaria de información, en ocasiones son complementadas con blogs y foros especializados para obtener una perspectiva más amplia y detallada sobre los temas de su interés.

Buscan la creatividad y la autenticidad. Siguen a aquellos influencers y creadores de contenido, que más allá de vender una imagen, comparten un pedazo de su realidad. Esta conexión personal les motiva a interactuar y compartir opiniones, fortaleciendo su sentido de pertenencia a una comunidad digital.

Así, la Generación Z se mueve en un mundo donde prima lo instantáneo, lo visual y lo auténtico. El contenido que consumen refleja un cambio significativo en la forma en que interactúan con el mundo digital. Para las marcas y empresas, el desafío no es solo llegar hasta ellos, sino vibrar en la misma frecuencia. En este viaje, la clave está en entender que no solo buscan consumir contenido, sino experimentarlo, vivirlo y, sobre todo, sentirlo como suyo.

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María Astorga
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