Una serie de HBO, un pueblo portugués y la importancia de ser flexible en comunicación

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Juan Carlos Alonso
Deputy Managing Consultant at Archetype

Este verano he aprovechado para seguir la miniserie documental (seis episodios) 100 Foot Wave de HBO. En principio, solo con el objetivo de buscar un entretenimiento durante algunas de esas calurosas sobremesas en las que uno no puede ni levantarse del sofá (yo no soy muy de siesta). Pero la verdad es que me ha sorprendido gratamente.

La serie, cuyo título podríamos traducir como “La ola de 30 metros”, cuenta la historia del pequeño pueblo costero portugués de Nazaré, que en diez años se ha convertido en una meca mundial del deporte gracias al visionario trabajo de Garrett McNamara. Me ha gustado mucho, no solo por conocer la zona, sino por el retrato que hace del deporte en su vertiente más extrema, de sus protagonistas, sus relaciones familiares y sus buenos y malos momentos.

Pero el documental también me ha permitido hacer una segunda lectura más profesional y centrada en el mundo de la comunicación. Hay un episodio en el que McNamara afirma que “si solo surfeas para pasártelo bien no necesitas más que tu tabla, pero si lo que quieres es ser profesional y vivir de ello, entonces necesitas un buen fotógrafo que muestre lo que haces”. Tal cual. Y no tenemos mejor ejemplo de la importancia que tienen los medios de comunicación en el mundo del deporte que estos últimos Juegos Olímpicos de Tokio, celebrados casi a puerta cerrada, y donde solo hemos podido seguir las hazañas de Caeleb Dressel, Saúl Craviotto y compañía a través de la TV y la radio.

Los medios digitales y las redes sociales han jugado también un papel clave en la evolución de muchos de estos deportes más minoritarios. De hecho, en otro de los episodios, los protagonistas reconocen que tristemente (o no) a veces sus fracasos se hacen mucho más virales y les hacen más famosos que sus victorias. Y no hace falta rebuscar mucho en Internet para darnos cuenta de que gran parte de los vídeos más vistos relacionados con Nazaré o el resto de escogidos spots de olas gigantes en el mundo (Teahupoo, Jaws, Mavericks) tienen precisamente que ver con los denominados “top wipeouts”. En esa lista están las impresionantes caídas de Maya Gabeira en 2013, Niccolo Porcella en 2015 o Tom Dosland en 2016, pero hay recopilaciones que acumulan incluso más de siete millones de visualizaciones. Ver como muchos de estos deportistas son engullidos por masas de agua de siete u ocho pisos de altura y más de 150 toneladas es sobrecogedor.

Por eso, la estrategia seguida por los Billabong XXL Big Wave Awards, el gran evento anual que premia las mejores olas, me pareció otro gran ejemplo de cómo estar atento a la actualidad y saber aprovecharla para seguir creciendo y dando notoriedad a la marca. Cuando se dieron cuenta de que los “fracasos” más espectaculares llamaban tanto la atención del público, rápidamente los incorporaron en su agenda y empezaron a incluirlos como una nueva categoría, ofreciendo anualmente un nuevo premio al mejor/peor wipeout. Y es que, como no nos cansamos de decir, en comunicación no hay nada mejor que ser flexible y capaz de adaptarte a los cambios del mercado en el que operas.

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Juan Carlos Alonso
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